Durante mi posparto una de las situaciones más difíciles para mí ha sido el no sentirme validada emocionalmente por lo que estaba viviendo y sintiendo.
A la dificultad del aislamiento y ver a pocas personas sin poder recibir ayuda en un momento tan delicado y difícil como es un postparto de además un bebé prematuro se le añadió que las poquitas personas que vinieron a verme no supieron validar mis emociones, esto me ha tenido muy enfadada y de hecho me llevó un tiempo a aislarme mucho más si cabe de lo que ya estaba.
A mi necesidad de contar lo horrible que había sido todo y lo tremendamente mal que me sentía solo me encontraba respuestas del tipo “bueno, bueno ya está, estáis aquí y el bebé está bien” entonces yo buscaba el botón para apagar todo lo que estaba sintiendo y claro, no lo encontraba, mayormente porque no existe.
Si hablaba del parto-cesárea esa era la respuesta, sin escuchar la historia, si hablaba de lo duro de ver a mi bebé entre la vida y la muerte las caras de horror y las palabras de “bueno, es un superviviente, mirale que bien está” sin otra vez dejarme expresarme y además yo miraba a mis dos kilitos de bebé y pensaba cómo pueden decir que está bien, me daba pánico que fuera tan chiquitito y vulnerable.
Si decía que algunas enfermeras nos habían tratado fatal e intentaba explicarme me decía que claro pobrecitas están tan preocupadas por el covid…
Si expresaba el terrible agotamiento que sentía minimizaban la situación diciéndome que como todas las madres del mundo…
Todo esto me hizo entrar en una depresión profunda, una sensación extraña entre la enorme felicidad que me producía sentir a mi bebé y lo horriblemente mal que me sentía por dentro.
Lo que yo sentía que me llegaba de las/os demás era: “eres una floja”, “eres mala persona por no entender a las enfermeras y ginecólogas que te trataron mal”, “eres una quejica y victimista por quejarte cuando tu bebé ya está bien”, “ eres una egoísta por no estar disfrutando de lo bien que ha terminado todo”…mis emociones estaban mal, como me sentía estaba mal, así que yo estaba mal y cómo voy a cuidar de un bebé si yo estoy mal y cada vez iba a peor.
Hoy es la primera vez que me siento y puedo escribir cómo me siento y sentirme así me llevó a escribir bastante en instagram sobre la validación de las emociones.
Ya me siento mejor, mis recursos me han ayudado a poder ir poco a poco sanando esta sensación y un proceso terapéutico muy especial me ha permitido llorar y expresar todo lo que tenía aprisionado en lo más profundo de mi ser.
Gracias por leerme esto también me sana, pero, por supuesto que voy a aprovechar la situación y dar unos tips para que esto no le siga pasando a nadie, así que si estás con ganas de aprender quédate un ratito más leyendo.
Sé que las personas que no pudieron acompañarme como yo necesitaba no tuvieron ninguna maldad a la hora de darme esas respuestas, al revés lo hacían con la mejor de las intenciones pero estas buenas intenciones a veces pueden hacer mucho daño sin darnos cuenta, también sé que si no pudieron validar y acompañar es porque ni ellas mismas tienen permiso a sentir y compartir sus emociones y porque también para ellas era doloroso sentir mi dolor y por eso sin darnos cuenta aconsejamos, opinamos y así no tenemos que escuchar el dolor de la otra persona y no tenemos que sentirlo nosotras/os.
Estoy segura que muchas al darnos cuenta de esto se nos activan las ganas de aprender cómo podemos poner más atención al mundo emocional de nuestros seres queridos así que vamos al lío.
¿Qué es validar las emociones?
Para empezar debemos acoger esta frase en todo su ser “todas las emociones que experimente una persona son siempre válidas y tienen sentido” y digo acogerlas en todo su ser, porque lo natural es que cuando alguien nos cuenta su experiencia la pasamos por el filtro de nuestro cerebro, nuestras experiencias, nuestra vivencia y ahí el sentido y la validez pueden desaparecer pero, no, no se pueden cuestionar las emociones de las/os demás.
Esto nos va a requerir un aprendizaje constante de empatía y compasión para poder aceptar las emociones de las/os demás aunque para nosotras sea una reacción incluso inexplicable pero nunca cuestionable.
Y acogerlas también requiere no negar, ni restar importancia, no juzgar ni intentar solucionar, porque cualquiera de estas acciones lo que le hace llegar a la otra persona es que sus emociones no son correctas, así que ella misma tampoco, esto es muy importante y sobre todo en la infancia.
Por supuesto, podemos no estar de acuerdo, no entender, pero es importante comprender que esto solo es porque nuestra vida y vivencia son distintas a la de la otra persona.
¿Cómo puedo practicar la validación emocional en mi día a día?
Lo primero que podemos darnos cuenta es que este es un proceso a veces complejo porque implica tener que ejercitar el reconocimiento y la profunda aceptación en primer lugar de nuestras propias emociones para luego poder hacerlo con las de los demás.
Lo siguiente es aprender a escuchar con atención, mirarle a los ojos, permitir que la persona se pueda expresar sin interrumpir con nuestras opiniones, así también le demostramos que estamos a su lado para acompañarle y que le pueda llegar que nos importan sus sentimientos.
Y a continuación como explicamos antes, no negar, no opinar, no juzgar, no minimizar, ni intentar solucionar, esto vendría a ser aceptar con mente abierta la experiencia emocional de la otra persona.
Podemos preguntarle cómo se siente ahora y dar una respuesta empática natural “es natural sentirse así” y ofrecerle nuestra compañía y escucha cuando necesite o si tiene que volver a pasar por una situación similar que sepa que cuenta con nosotras.
Consecuencias de la invalidación emocional versus beneficios de la validación.
La invalidación de las emociones se lleva a cabo haciendo juicios de valor, ignorando, criticando, patologizando y trivializando la realidad de quien se está expresando. Esto genera frustración, culpa e inseguridad, y provoca que la persona sienta que lo que le sucede se debe a fallos en su persona, además la invalidación prolongada puede llegar a causar problemas psicológicos, trastorno de ansiedad generalizada o depresivo y falta de autoestima, entre otros.
También el reconocer las emociones, ponerles nombre y aceptar lo que estamos sintiendo nos permite tomar consciencia de las experiencias que vivimos y esto nos va a llevar a ser capaces de gestionar mejor nuestras emociones y, por lo tanto, nuestro bienestar psicoemocional también mejorará.
Al validar emocionalmente a las otras personas fomentamos la confianza y, además, nos permite crear un vínculo de intimidad y empatía.
Es muy importante que los padres, madres, tutores y profesores se impliquen en la validación emocional de los más pequeños.
Los niños y niñas necesitan sentirse acompañadas. Necesitan que sus emociones, mal denominadas positivas y negativas, sean aceptadas por las personas de su entorno. Cuando una persona niega que una niña se sienta triste o enfadada, está invalidando sus emociones y, por lo tanto, está negando su realidad.
Si la invalidación persiste a lo largo del tiempo, el niño crecerá sin la capacidad de identificar sus emociones y poder gestionarlas. Además, su empatía por los demás también se verá mermada, y no será capaz de validar las emociones de otras personas.
¿Qué importante verdad?
Bueno espero que os haya servido mi propia experiencia y la explicación para poder entender mejor lo importante de esta cuestión y espero y deseo que podamos seguir creciendo en empatía y compasión.
También recordarte que para lo que necesites, estoy aquí para acompañarte, escríbeme, estoy deseando leerte.
Con cariño
Marta